Armida era una mujer
simpática, pero con mucho genio, si alguien se le atravesaba era implacable con
él y no disimulaba sus sentimientos. Ella se relacionaba con un grupo de gente
bastante dispar, pero cuando el restaurante fue haciéndose conocido su grupo de
amigos giraba alrededor del Mandala, pues aunque solo abría por las noches le
ocupaba gran parte de su tiempo. Lo cierto es que aquellas personas de Calpe que
estaban en su círculo en los primeros años, más tarde quedaron diluidos por el
tiempo y no formaron parte de aquella pequeña familia que eran también sus
clientes, que puntualmente nos reuníamos el día de su cumpleaños en la fiesta
que hacía en el restaurante. En estas páginas del blog, además de contar
historias de nuestra amiga, vamos a compartir sus recetas de cocina, quizás podamos
experimentar con aquella exquisita comida, realizar los platos, hacer las fotos
de los mismos y publicarlas para que incluso aquellas personas que no la
conocieron puedan disfrutar también de su comida.
Este blog pretende mantener el recuerdo de nuestra amiga Armida que vivió en Calpe durante 40 años, y en 2010 se fue a Hudson, Florida, donde falleció en abril de 2020.
lunes, 31 de marzo de 2014
domingo, 9 de marzo de 2014
NUESTRAS PRIMERAS INCURSIONES EN EL MUNDO DE LAS ESPECIAS........
Fotos del interior del Mandala a mediados de los setenta.
Cuando empezamos a ir al
Mandala, éramos jóvenes sin un duro, y los domingos por la tarde dábamos un
paseo esperando que se hiciesen las ocho y Armida abriese el restaurante, allí pasábamos
las horas muertas con unas tazas de té jazmín, que estaba muy bueno, hablando y
hablando y conseguíamos un espacio intimo donde podías estar con tu chica sin
que nadie del pueblo te viese, esto ahora parece incomprensible, pero en aquellos
años no gozábamos de la misma libertad que tenemos hoy día, a este lugar solo acudían amigos y desconocidos,
y eso nos hacía sentirnos bien. Para no perder una mesa, Armida nos habilitó
una pequeña terraza que daba hacia el mar, en la parte opuesta a la entrada, donde
pasamos cientos de noches en verano, allí ni nos molestaban ni molestábamos nosotros,
como sabéis, los extranjeros cenan pronto, y esto nos favorecía a nosotros,
sobre las diez, generalmente, terminaba el trabajo en el restaurante, entonces
Armida nos preparaba un “chapati con cosas”, me explico, en el restaurante la comida de servía en unos
cuencos con forma de flor de loto y en cantidades generosas, los comensales se servían
la cantidad que querían y siempre sobraba algo en los diferentes cuencos,
cuando Armida retiraba los platos nos guardaba aquellos sobrantes, que nadie había
tocado, preparaba unos chapatis y los
rellenaba con lo que había sobrado, así comenzamos a acostumbrar nuestros
paladares a la comida picante del Mandala, Armida se sentaba a hablar con
nosotros y hasta se permitía cambiar la música.
domingo, 2 de marzo de 2014
HISTORIA DEL MANDALA
En el verano de 1973, llegó
a Calpe Armida Madelein Tommasi, nacida en Nueva York, descendiente de una
familia italiana de Sicília, venia de India y Nepal, buscaba un local para
montar un restaurante de comida hindú, y lo encontró en la urbanización la Manzanera,
que se estaba construyendo en esos momentos. A finales de año solicitó la licencia
de apertura del restaurante que marcaría nuestra juventud, y sin saberlo
nuestras vidas, el MANDALA.
Es cierto que fue una
pionera al montar aquel restaurante en aquel momento, nadie conocía ese tipo de
comida, en esos años no era habitual ese tipo de negocios. Cuando entrabas en
el Mandala, debías quitarte los zapatos y dejarlos en la entrada, percibías de
inmediato los extraños sonidos del sitar indio y el aroma a sándalo que se
quemaba en una jardinera llena de plantas, dioses, jaulas con pájaros de papel
y estatuas de Fontán, al fondo sentada en una gran silla de estilo oriental y
vestida con un sari estaba Armida.
Armida era como un toque
exótico en aquel entorno que comenzaba a nombrarse a nivel mundial por estar
realizándose una arquitectura radicalmente distinta a lo que la gente estaba
acostumbrada, un joven arquitecto, Ricardo Bofill, estaba cambiando aquellos
acantilados de color ocre con unos edificios que parecían pinceladas
exuberantes de color sobre un lienzo de piedra y mar.
La Manzanera en aquellos
años pretendía ser un centro de encuentro de intelectuales, bohemios y artistas
que venían de los cuatro puntos cardinales del mundo. Junto al restaurante
MANDALA, el bar ON THE ROCS, situado en el acantilado junto al mar,
proporcionaba un ambiente elegante y exclusivo, con sus piscinas de agua salada
y música en vivo por las noches, parecía que no estabas en aquel pequeño pueblo
marinero llamado Calpe, estabas en un nuevo universo más moderno y cosmopolita.
Jóvenes de Calpe, un domingo por la mañana.
Jóvenes de Calpe, un domingo por la mañana.
El interior del bar.
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