martes, 15 de abril de 2014

FONTÁN





El Mandala, desde los primeros tiempos, era el epicentro de lo que se gestaba en la Manzanera, Armida se encargaba de gestionar las exposiciones y performans que tenían como marco La Muralla Roja, allí se realizaron exposiciones de artistas como Héctor Fontán. Nacido en Argentina en 1935, estudió en la Escuela Nacional de Cerámica, donde ejerció la cátedra de escultura, continuo sus estudios en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Héctor Fontán pasó largas temporadas en Calp, y fruto de esas estancias fue una exposición que se realizo en el marco incomparable de los patios interiores de La Muralla Roja y donde Armida además de organizar también preparaba unos tentempiés muy singulares.
Las fotos son de Héctor en su casa-estudio y la muestra en la Muralla Roja.




 Un crítico de arte argentino describía su obra:

Comprometerse con la estética implica unir el espíritu personal con las vivencias colectivas. Acariciar la palabra aisthesis (estética en el griego original), introducirse en su qué profundo, obliga a conversar serenamente con dos lenguajes que no nos son extraños: por un lado, aquel idioma de los equilibrios, las tensiones, los colores y las composiciones, y, por el otro, el verbo convertido en piel, esto es la sensibilidad con todas sus palabras: el compromiso para con los otros.
Los grandes maestros eligen diversos caminos en sus búsquedas del diálogo equilibrado entre estos dos lenguajes. Algunos indagan la figuración, otros escrutan senderos lindantes al universo abstracto, y existen quienes, desde lo conceptual, se involucran de lleno en la estética. Pero todos, en la conformación de la obra, no descuida la convivencia entre esos dos idiomas que definen a la plástica.

Héctor Fontán, quien abrazó diversas modalidades creativas, se asoció tempranamente a la figuración. En sus esculturas, al igual que en las pinturas, el cuerpo humano es tratado de manera delicada, observándose, a un mismo tiempo, exclusividad y apertura en la edificación de los volúmenes o en la elección del color.
Es innegable el estudio de las formas precolombinas, un estudio que no aprisiona los planos inherentes a la concepción de la obra. Importa señalar esto último, pues el compromiso militante le llevó a incorporar elevadas formas ya presentes en las civilizaciones americanas. Pero, y aquí lo innovador, esas formas son replanteadas, encontrando nuevos contextos y situaciones que, manteniendo el espíritu originario, permiten la expresión de
imaginarios y cosmovisiones sumamente actuales.
La iconografía de Fontán, que aún debe ser estudiada con holgura, prepara las miradas para comprensiones más bastas del Ethos americano. Sus reconstrucciones de nuestra identidad lo ubican entre quienes consideran al camino de la cultura como una elección constante por lo genuino. Enseña a regresar a las raíces sin descuidar las dimensiones satisfactorias del presente.
Me inclino a pensar que este maestro de la Estética sabía muy bien el camino tortuoso de Logos (concepto griego traducible por palabra, razón e, incluso, pensamiento). Fontán sabía que Logos es ambicionada por Kratós (el poder), pero me animo a sospechar que también sabía del amor incondicional de Logos por Klasís (la ruptura).
Antes que al poder, el pensamiento mira la ruptura. Las obras de Fontán lo atestiguan, de manera irrefutable.


Miguel Ángel Rodríguez
Investigador y crítico de arte

Héctor  Fontán falleció en 2007.







lunes, 31 de marzo de 2014

LOS PRIMEROS AMIGOS

Armida era una mujer simpática, pero con mucho genio, si alguien se le atravesaba era implacable con él y no disimulaba sus sentimientos. Ella se relacionaba con un grupo de gente bastante dispar, pero cuando el restaurante fue haciéndose conocido su grupo de amigos giraba alrededor del Mandala, pues aunque solo abría por las noches le ocupaba gran parte de su tiempo. Lo cierto es que aquellas personas de Calpe que estaban en su círculo en los primeros años, más tarde quedaron diluidos por el tiempo y no formaron parte de aquella pequeña familia que eran también sus clientes, que puntualmente nos reuníamos el día de su cumpleaños en la fiesta que hacía en el restaurante. En estas páginas del blog, además de contar historias de nuestra amiga, vamos a compartir sus recetas de cocina, quizás podamos experimentar con aquella exquisita comida, realizar los platos, hacer las fotos de los mismos y publicarlas para que incluso aquellas personas que no la conocieron puedan disfrutar también de su comida.






 

domingo, 9 de marzo de 2014

NUESTRAS PRIMERAS INCURSIONES EN EL MUNDO DE LAS ESPECIAS........



Fotos del interior del Mandala a mediados de los setenta.

Cuando empezamos a ir al Mandala, éramos jóvenes sin un duro, y los domingos por la tarde dábamos un paseo esperando que se hiciesen las ocho y Armida abriese el restaurante, allí pasábamos las horas muertas con unas tazas de té jazmín, que estaba muy bueno, hablando y hablando y conseguíamos un espacio intimo donde podías estar con tu chica sin que nadie del pueblo te viese, esto ahora parece incomprensible, pero en aquellos años no gozábamos de la misma libertad que tenemos hoy día,  a este lugar solo acudían amigos y desconocidos, y eso nos hacía sentirnos bien. Para no perder una mesa, Armida nos habilitó una pequeña terraza que daba hacia el mar, en la parte opuesta a la entrada, donde pasamos cientos de noches en verano, allí ni nos molestaban ni molestábamos nosotros, como sabéis, los extranjeros cenan pronto, y esto nos favorecía a nosotros, sobre las diez, generalmente, terminaba el trabajo en el restaurante, entonces Armida nos preparaba un “chapati con cosas”, me explico,  en el restaurante la comida de servía en unos cuencos con forma de flor de loto y en cantidades generosas, los comensales se servían la cantidad que querían y siempre sobraba algo en los diferentes cuencos, cuando Armida retiraba los platos nos guardaba aquellos sobrantes, que nadie había tocado, preparaba unos chapatis  y los rellenaba con lo que había sobrado, así comenzamos a acostumbrar nuestros paladares a la comida picante del Mandala, Armida se sentaba a hablar con nosotros y hasta se permitía cambiar la música.


   

domingo, 2 de marzo de 2014

HISTORIA DEL MANDALA



En el verano de 1973, llegó a Calpe Armida Madelein Tommasi, nacida en Nueva York, descendiente de una familia italiana de Sicília, venia de India y Nepal, buscaba un local para montar un restaurante de comida hindú, y lo encontró en la urbanización la Manzanera, que se estaba construyendo en esos momentos. A finales de año solicitó la licencia de apertura del restaurante que marcaría nuestra juventud, y sin saberlo nuestras vidas, el MANDALA.


Es cierto que fue una pionera al montar aquel restaurante en aquel momento, nadie conocía ese tipo de comida, en esos años no era habitual ese tipo de negocios. Cuando entrabas en el Mandala, debías quitarte los zapatos y dejarlos en la entrada, percibías de inmediato los extraños sonidos del sitar indio y el aroma a sándalo que se quemaba en una jardinera llena de plantas, dioses, jaulas con pájaros de papel y estatuas de Fontán, al fondo sentada en una gran silla de estilo oriental y vestida con un sari estaba Armida.



Armida era como un toque exótico en aquel entorno que comenzaba a nombrarse a nivel mundial por estar realizándose una arquitectura radicalmente distinta a lo que la gente estaba acostumbrada, un joven arquitecto, Ricardo Bofill, estaba cambiando aquellos acantilados de color ocre con unos edificios que parecían pinceladas exuberantes de color sobre un lienzo de piedra y mar.



La Manzanera en aquellos años pretendía ser un centro de encuentro de intelectuales, bohemios y artistas que venían de los cuatro puntos cardinales del mundo. Junto al restaurante MANDALA, el bar ON THE ROCS, situado en el acantilado junto al mar, proporcionaba un ambiente elegante y exclusivo, con sus piscinas de agua salada y música en vivo por las noches, parecía que no estabas en aquel pequeño pueblo marinero llamado Calpe, estabas en un nuevo universo más moderno y cosmopolita.



Jóvenes de Calpe, un domingo por la mañana.

    El interior del bar.